sábado, 22 de septiembre de 2007

Optimista, Fatalista o Realista

Cuantas veces ha escuchado "este mundo esta podrido", o como dice el tango "el mundo fue y será una porquería, ya lo sé", hay cosas que oyes o ves que te duelen hasta partir el alma, como acabo de saber del homicidio de una joven preciosa, a manos de un desquiciado, cuyo corazón fue llenado por el diablo ( posiblemente me compadezcas por creer eso, pero más pena siento yo de que no puedas entenderlo) . El mundo no esta podrido sigue siendo bello, el problema es las personas que lo habitan estan en su mayoría muertas, no pueden sentir, no pueden creer, no pueden amar sin amarse más a si mismos, mucha bondad encubre penosas intenciones, la honestidad es casi siempre aparente y que hablar de la integridad, que ha llegado ser solo un termino relativo.

El hombre tiene una piedra en lugar de un corazón, solo siente compasión por lo que le afecta a el directamente o padece de emociones pasajeras por sufrimientos ajenos. Quiza has soportado la lectura hasta este punto con el ceño fruncido pensando que tipo tan amargado esta del otro lado, y si, hay amargura, es cierto, pero tambien hay esperanza, existe un martillo que quebranta la piedra, un instrumento divino que no golpea la superficie sino que todo lo traspasa hasta su profundo objetivo; hay una espada que penetra hasta partir el alma y el espíritu, esa es la Voz del Creador, personificada en un libro sobrenatural llamado la Biblia.
Hay un amor que sobrepasa todo entendimiento, por eso es incomprendido y muchas veces rechazado, cuando en realidad se quiere rechazar la religión, la falsedad de hombres injustos que han buscado sacar beneficios a costa del Nombre que es sobre todo Nombre, el nombre de Mi Salvador, aquel que me amó y se entregó a sí mismo por mi y tambien por Ti.

Maria Isabel Perez, se llamaba la jovén que mencione al principio, un insano aprovechando su confianza se ensaño con su cuerpo hasta matarla, pero aunque la matara mil veces no podrá matar la esperanza, no pòdrá tocar su preciosa alma, ni la grandiosa Salvación que le otorgó su creador, pues ya habia sido lavada en la santisima Sangre del cordero de Dios que quita el pecado del mundo

Leonardo

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